Todo ha pasado… y ha pasado cuando al menos yo y seguramente tú estabas saboreando lo mejor de la Semana Santa. Ya todo ha quedado en el recuerdo, recuerdo cuyo trabajo será introducirse en nuestros pensamientos y que nos harán revivir con una dulce nostalgia lo que todavía sentimos. Al fin, dejaron de sentirse esos aromas y esos colores que en una Semana caben. Su ausencia nos hace sentir extraños, con un malestar y un sentimiento de culpa otro año más por no haber sabido detener el reloj y parar el tiempo en ese momento preciso, en el que congelar la situación hubiese sido la forma más perfecta de paladear la imagen viva de ese rincón o esa marcha grabada a fuego en nuestra mente.
En fin después de todo lo bueno, nuestras vidas se rehacen y volverán a encontrarse con esas calles, esos bancos, esas esquinas, que miraremos sorprendidos y no sabremos si volar la imaginación a esa semana que pasó o soñar con la que vendrá.
Roza el aire una cierta melancolía, donde los sentimientos del cofrade se agitan como pañuelos cuando se alejan los barcos de los puertos. Aunque el sol reine en la ciudad, llueve en el interior del cofrade. El otoño efímero se ha apoderado acompañando a la nostalgia cofradiera.
Hoy, querida Semana, no te pido que te quedes, ni te suplicaré. El árbol pierde sus hojas, como yo te tengo que ir diciendo adiós. Esta mañana me levanté y sentí en el aire una cierta melancolía, quizás no esperada porque cada año se vuelve a repetir, ya que esto era un adiós anunciado.
Luis Carlos Guerrero.
Presidente de la Cofradía.
En fin después de todo lo bueno, nuestras vidas se rehacen y volverán a encontrarse con esas calles, esos bancos, esas esquinas, que miraremos sorprendidos y no sabremos si volar la imaginación a esa semana que pasó o soñar con la que vendrá.
Roza el aire una cierta melancolía, donde los sentimientos del cofrade se agitan como pañuelos cuando se alejan los barcos de los puertos. Aunque el sol reine en la ciudad, llueve en el interior del cofrade. El otoño efímero se ha apoderado acompañando a la nostalgia cofradiera.
Hoy, querida Semana, no te pido que te quedes, ni te suplicaré. El árbol pierde sus hojas, como yo te tengo que ir diciendo adiós. Esta mañana me levanté y sentí en el aire una cierta melancolía, quizás no esperada porque cada año se vuelve a repetir, ya que esto era un adiós anunciado.
Luis Carlos Guerrero.
Presidente de la Cofradía.
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